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Prevención de conductas de acoso escolar o bullying

El bullying o acoso escolar alude a la intimidación entre estudiantes que se traduce en el hostigamiento, el acoso y/o la amenaza sistemática de un estudiante en particular o un grupo hacia uno de sus iguales. Esta es una triste realidad que está a la orden del día en los centros educativos pero que puede prevenirse: descubra las claves que le proponemos a continuación.

Los estudios pioneros sobre bullying a nivel nacional datan de 1983 y se adscriben a los estudios del investigador Dan Olweus en Noruega. Tras detectar el mobbing fueron también hallándose otras formas de acoso derivadas de los distintos ámbitos en los que se produce.

 

Ver artículo sobre Moobing

 

El bullying hace referencia al entorno escolar y se da cuando un alumno o grupo de alumnos mantiene una conducta de persecución física y/o psicológica contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques intimidatorios. Éstos pueden ser de distinta índole y pueden pasar desapercibidos para el docente:

  • Amenazar a escondidas
  • Humillar o ridiculizar públicamente
  • Agredir verbalmente
  • Utilizar motes o apodos insultantes
  • Burlarse de señales personales
  • Dañar o esconder objetos personales  

Cuando este tipo de acciones son constantes y se suceden durante un tiempo prolongado, el alumno intimidado comenza a acusar ciertos síntomas entre los que pueden encontrarse:

    -Menor rendimiento que puede llegar a traducirse en fracaso escolar

    -Fobia a ir al colegio y en casos extremos absentismo

    -Pérdida del autoestima, autopercepción de debilidad o complejo de inferioridad

    -Incomunicación y aislamiento

    -Inseguridad e inadaptación

    -Crisis de ansiedad derivadas de la incertidumbre y la indefensión

    -Sentimientos de culpa

    -Tristeza

Si estos indicadores son desatendidos o existen factores agravantes, el hostigamiento puede derivar en cuadros de neurosis, depresiones, crisis de nervios que afloran en forma de estallidos, reacciones violentas o hasta en el suicidio.

Normalmente los alumnos tienen miedo a pedir ayuda debido a las posibles represalias o a ser tachados de cobardes, chivatos, etc. De hecho, de las encuestas realizadas a estudiantes se desprenden datos tan alarmantes como que el 34'4% de ellos no pedirían ayuda a sus profesores ante una situación violenta. Y no sólo eso sino que yendo un paso más allá, el orden que seguirían para contar esta experiencia desagradable sería en primer lugar a sus amigos, seguidamente a sus padres y por último a sus educadores. En este sentido no solo es radicalmente importante la comunicación e implicación de la familia sino también un cambio en el rol del educador que lejos de mostrarse como una figura fría y distante cuyo exclusivo trabajo consiste en enseñar unos conocimientos ha de ser capaz de afrontar la tarea de educar en los valores de la convivencia y el respeto. Los lazos de comunicación entre las escuelas y las familias así como los servicios municipales y organizaciones pertinentes son indispensables para abordar estas situaciones de abuso.

María José Díaz Aguado, Catedrática de Psicología de la Educación, señala que "es más común la violencia psicológica (insultos, burlas, chistes...) que la física, pero hay que trabajar en la prevención en todos los escenarios en los que se mueven los jóvenes para que triunfen los valores del respeto al otro y la democracia sobre la violencia" .

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